Los tesoros culinarios son como esas gemas escondidas que se encuentran en algún lugar del mundo, esperando ser descubiertos.

A veces tienen la forma de un plato tradicional, otras, de ingredientes exóticos que solo se encuentran en mercados remotos y, en varias ocasiones, están frente a tus ojos, a tu alcance, listos para que los explores y les des una oportunidad.

El queso cheddar es uno de ellos. 

Su sabor y versatilidad son incomparables, lo que lo convierte en un complemento magnífico para cualquier receta, desde hamburguesas hasta menús gourmet. 

Y, seamos sinceros, ¿puede alguien resistirse al encanto de este queso?

Lo que muchos no saben es que el cheddar ostenta una fascinante historia detrás.

Es más antiguo que tus abuelos, tíos y, probablemente, tus antepasados. La historia comienza en la aldea de Cheddar en Somerset, Inglaterra, en el siglo XII.

Los pastores locales descubrieron que podían hacer un queso único a partir de la leche excedente de sus ovejas y vacas. El cheddar original era firme y seco, diferente a los quesos blandos que se comían en esa época. Para aumentar su vida útil, los pastores lo prensaban y dejaban madurar en cuevas húmedas y frescas de las colinas de Cheddar. Así nació un queso legendario con un gusto y textura únicos.

A través de los siglos, la producción de cheddar se expandió por Inglaterra y evolucionó para incluir leche de vaca. 

Hoy en día, para nuestra fortuna, está presente en el mundo entero, siendo Estados Unidos uno de sus mayores productores.

En el país anglosajón, la elaboración de queso cheddar es una industria importante que alcanza alrededor de 3.7 millones de toneladas al año.

Aún cuando se lleva a cabo en todo el territorio, estados como Wisconsin, California y Nueva York son particularmente conocidos por sus quesos de alta calidad. 

Ahora, hablemos de cómo se hacen

El método de elaboración del cheddar en Estados Unidos es similar al tradicional utilizado en Inglaterra. 

La leche se calienta y se le agrega un cultivo de ácido láctico y un cuajo para coagularla. Luego se corta la cuajada y se agita para liberar el suero. A continuación, se amasa y se moldea el queso antes de madurar, durante un lapso de tiempo que puede oscilar entre unas pocas semanas y varios años, dependiendo del tipo de queso.

Variedades de queso

 ¿Has notado que el cheddar posee un color naranja bastante peculiar? 

Pues la razón de este aspecto vibrante es un colorante natural llamado annatto, conocido como achiote. 

Este ingrediente proviene de las semillas del árbol bixa orellana, que crece en regiones tropicales de América del Sur y Central.

Antiguamente, el cheddar era de un tono amarillo claro debido a la alimentación de las vacas que producían la leche, la cual contenía carotenoides responsables de esa tonalidad. Una vez se empezó a producir el queso en masa, la dieta de las vacas cambió y el queso perdió ese color característico. Entonces, se le añadió annatto para devolverle ese amarillo anaranjado, que los consumidores identificaban con el cheddar.

¡Ojo! No todos los quesos cheddar son del mismo color, la intensidad depende de la cantidad de annatto que se adicione durante su fabricación. 

De hecho, algunos cheddar pueden ser blancos, si no se les agrega este colorante. 

En cuanto a su presentación, se encuentra el de untar, rallado, en cubos o en lonchas. 

Aquí va un consejo para los amantes de esta joya culinaria: 

Si lo compras en bloque y se seca, puedes recortar la capa superior antes de usarlo.

¿Qué tanto aporta este queso a la salud?

Es fuente de proteínas, calcio, sodio y vitamina D. 

Contiene grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, que son beneficiosas para el sistema cardiovascular. 

Así que no hay excusa para dejar de gozarte un cheddar 

Hay variedades de cheddar que van desde suave y cremoso hasta fuerte, picante, ahumado o sazonado con hierbas y especias. Lo que significa que hay uno  perfecto para cada paladar.

¿Quieres conocer cuál es la indicada para ti?

Comencemos por el cheddar suave. 

Tabla de quesos, jamón y uvas

Si eres de los que prefiere esta textura, es el ideal para ti. 

Se elabora con leche pasteurizada y se madura durante corto tiempo: de 2 a 3 meses. Durante el añejamiento, se le agrega menos ácido láctico y enzimas que al cheddar fuerte, lo que deriva en ese sabor ligero.  

Es súper versátil en la cocina y puede ser utilizado en múltiples platillos. 

Aquí te dejamos algunas opciones:

En sándwiches: para mezclar con carnes frías, lechuga, tomate y mayonesa, y poner a la parrilla.

En hamburguesas: se funde fácilmente y no compite con el gusto de la carne.

En quesadillas: un clásico ya sea con pollo, carne de res y verduras.

En pasabocas: crocantes como estos cubos de queso cheddar apanados que dejarán a tus invitados con ganas de más.

En dips: derretido para acompañar con chips, pan tostado, nachos o vegetales crudos.

Con macarrones: en una salsa cremosa y suntuosa para la pasta.

A la hora de combinarlo, irás a la fija con frutas frescas, como manzanas, peras o uvas. Su acidez y dulzor contrastan con la consistencia de este queso. Es igualmente complemento de panes y galletas de sal. 

Uvas, queso y vino

Si te gusta el vino, el cheddar suave marida muy bien con vino blanco. Prueba con un chardonnay o un sauvignon blanc para encontrar el equilibrio entre la acidez y la suavidad.

La cerveza es otra opción interesante para considerar. Una tipo pilsner o una de trigo son una elección maravillosa para esta clase de queso.

Si buscas un contraste con algo dulce, las mermeladas o chutneys de frutas hacen una  pareja estupenda.

Pasemos al queso cheddar añejo. 

Este queso se produce con leche cruda y se madura entre 12 y 18 meses. A lo largo del proceso, se somete a un enfriamiento y calentamiento controlado, dando como resultado un queso más duro y seco, fuerte y picante. 

¿Qué puedes hacer con este queso? ¡Muchas cosas!

Toma nota de nuestras sugerencias:

Pasta: puedes rallar el cheddar añejo y rociarlo a la pasta recién cocida, junto con un toque de aceite de oliva y pimienta negra. 

Albóndigas: dale la vuelta a las bolitas de carne de siempre y arriésgate con esta versión crunchy con cheddar y aderezos que dejará a tus comensales descrestados.

Sopa: transforma tu sopa favorita, proporcionándole el tinte fuerte y picante del cheddar añejo, especialmente a la de verduras como brócoli o zanahoria.

Macarrones: esta es una variación de los populares macarrones con queso. En lugar de usar el cheddar suave, se ralla el cheddar añejo y se incorpora a la pasta y a la salsa de queso. 

Nachos: funde el queso cheddar en una olla y añádelo a tus nachos. Su potencia se fusionará a la perfección con el picante de los nachos.

Hamburguesa: colocar cheddar añejo rallado a tu hamburguesa puede hacer la diferencia. Su intensidad se complementa naturalmente con la carne.

Hamburguesa de queso

Ten en cuenta que debido a su sabor fuerte y picante, conviene maridarlo con alimentos  similares. Solo por mencionar ciertos ejemplos:

Vino tinto: aquellos con un gusto fuerte y estructurado como el cabernet sauvignon.

Cerveza: una robusta, como ale o negra, es una posibilidad.

Pan integral: el sabor a nuez de este pan puede equilibrar la intensidad del queso, creando un maridaje armonioso.

Frutos secos: nueces, almendras y avellanas, se convierten en una increíble alternativa para maridar con el cheddar añejo, ya que ayudan a mantener el balance.

Finalmente, llegamos al queso cheddar fuerte. 

Este queso se elabora con leche cruda y se madura durante 6 a 9 meses. A lo largo de este período, se le incluye un mayor contenido de ácido láctico y enzimas, resultando ser más fuerte y picante que el cheddar suave. 

¿Para qué puedes usarlo? 

Aunque es un queso genial para picar o servir como aperitivo, también es un gran ingrediente para añadir a una tabla de quesos, sobre todo si te gustan los sabores con carácter.

Además de compaginar con los menús que vimos anteriormente, es espectacular para personalizar tus ensaladas o para preparar salsas poderosas.

Al tener atributos más penetrantes y picantes que el cheddar suave o añejo, necesita de un maridaje adecuado para realzarlo. 

Revisa estas ideas y potencia los resultados:

Vino tinto: elige uno con cuerpo y de taninos suaves como un cabernet sauvignon o un syrah. 

Cerveza: una variedad oscura o fuerte puede hacer maravillas con el cheddar fuerte. Con una stout o porter, no hay pierde.

Queso y cerveza

Frutas secas: los higos o las ciruelas pueden equilibrar el salado y picante del cheddar fuerte. Prueba cortándolos en trozos pequeños y sirviéndolos junto con el queso.

Mermeladas o jaleas: en especial la de frutos rojos o arándanos, pueden complementar el picante de este queso. Unta un poco de mermelada en una rebanada de pan y agrega el cheddar fuerte para obtener un bocado delicioso.

En resumen, el cheddar es un queso increíblemente versátil que puede adaptarse a innumerables preferencias y usos. 

Atrévete a jugar con él, a ensayar cada una de sus variedades y a emplearlas en preparaciones que no sueles realizar. 

Te darás cuenta de que estarás abriendo una caja de sorpresas que con seguridad será una locura.

 ¡Así que disfruta y, a comer cheddar se dijo!

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