No son inventos nuestros. La peculiar forma de esta apetitosa leguminosa, fue la fuente
de inspiración para su nombre.

La palabra garbanzo proviene del francés chiche que, a su vez,
viene del latín cicer arietinum, que significa, nada más y nada
menos, “pequeño carnero”.

Así es que, al observar el grano detenidamente, comprobarás este dato curioso y
descubrirás que, en cada uno se esconde un tesoro lleno de sabor, nutrición y versatilidad.

Si comenzamos a enumerar todos los beneficios que le ofrecen a nuestro cuerpo,
necesitaríamos varias páginas, pero estamos seguros de que estas razones serán
suficientes para preferirlos:

1. Contienen proteínas vegetales de alta calidad, lo que los convierte en una valiosa
posibilidad para personas que no las consumen de origen animal.

2. Proporcionan aminoácidos esenciales para la construcción y reparación de tejidos.

3. Contribuyen a una sana digestión por su concentración de fibra soluble e insoluble, que
añade estabilidad a los niveles de glucosa en la sangre.

4. Facilitan el control del peso al proporcionar sensación de saciedad prolongada, gracias a la
combinación de proteína y fibra.

5. Brindan energía por más tiempo, ya que poseen carbohidratos complejos de digestión lenta.

6. Son una excelente fuente de vitaminas y minerales esenciales tales como
hierro, fósforo, zinc, folato, magnesio, y vitaminas del grupo B.

7. Favorecen la salud cardiovascular debido a su contenido de ácidos grasos omega-3 y
antioxidantes.

8. Colaboran en regular el colesterol y mejorar la relación entre el colesterol LDL y HDL.

9. Pueden reducir la inflamación en el cuerpo y prevenir enfermedades crónicas.

En términos gastronómicos, su gusto, no tiene comparación.
Podríamos describirlo como suave, terroso y con un toquecito de
nuez.

Son tan versátiles, que su perfil varía según la manera en la que se preparen y los ingredientes
con los que se combinen.

Antes de cocinarlos, ten presente estas recomendaciones y te quedarán en su punto para que
los incluyas en múltiples recetas:

1.
Se cocen a partir de agua hirviendo

2.
Se les coloca sal desde el comienzo de la cocción

3.
Se tardan más tiempo en ablandarse, así que es clave remojarlos

Una vez estén listos, puedes darle una oportunidad en algunas
de estos deliciosos menús:

Hummus: puré cremoso de garbanzos con tahini, ajo, jugo de limón y aceite de oliva.

Falafel: croquetas fritas de garbanzo, cilantro, perejil, ajo y condimentos.

Chana masala: cazuela de garbanzos, originaria de la India, que se adoba con comino, cilantro,
cúrcuma, y garam masala y, se sirve sobre arroz o con pan naan.

Garbanzos tostados: merienda saludable con zumo de limón y especias que no tienen pierde.

Ensalada de garbanzos y aguacate: refrescante y potente platillo al que se le puede agregar
queso feta y maíz.

Cuscús de garbanzos: variación de cuscús tradicional en el que este ingrediente se sustituye
por garbanzos, se cocina con caldo y se mezcla con verduras asadas, frutos secos y hierbas.

Crema de garbanzos: poderosa sopa acompañado de tortilla de maíz y cubos de queso.

Callos a la madrileña: exquisita combinación española que conjuga esta leguminosa con la
contundencia del callo.

Curry de Garbanzos: opción vegetariana elaborada con leche de coco, curry, cúrcuma y jengibre.

Sándwich de pavo y garbanzo: bocadillo con pan francés y queso, una elección ganadora y muy
fácil de hacer.

Ensalada de garbanzos fritos con cerdo: plato de contraste entre salado y dulce, con la textura
crocante de los garbanzos fritos y el increíble sabor de la carne de cerdo, la convierte en una
alternativa difícil de olvidar.